Se conoce gran cantidad de versiones del Tarot, y hay quienes incluso nos fanatizamos con alguna en especial por momentos, pero es inevitable en el enamoramiento con el Tarot, esa absurda necesidad de encontrar al único, al verdadero. En algún momento comprendí que eso no me estaba útil sino todo lo contrario, solamente me estancaba.
Al revisar e interiorizarme en los demás, encontré la riqueza de simbolismos con que nos admiran las diferentes culturas, cada una con su lenguaje particular con el mismo mensaje, transmitiendo la misma energía. A esto debo sumar el hecho de los símbolos universales, que se han repetido a lo largo de la historia, y en todo el planeta de alguna manera. La conciencia cósmica, los arquetipos no impuestos. También cómo cada una se presenta, como se expresa.
Mejor aún, ya que de estas diferencias no sacaremos otra cosa que enriquecimiento.
Pues bien, en la lectura del Tarot, debemos librarnos de los conceptos que nos fueron inculcados, dejar de ver las cosas desde sólo una perspectiva, adueñarnos de todos los puntos de vista posibles, adquiriendo así también la capacidad de situarnos en el lugar de los otros. Liberados ya de estas ataduras estaremos mucho más abiertos a la interpretación del mensaje de las cartas.
Por ejemplo una aclaración hecha en el Tarot Egipcio: El Loco no era el Loco, era el discípulo puesto en camino, llamado loco por quienes no habían tenido el valor de emprender la búsqueda alquímica del conocimiento.
Y según Jodorowski: El Loco nos enseña que la capacidad de actuar, reside también en la travesía iniciática de la locura y la muerte.
Todo Yin tiene su Yan, y hay que saber identificarlo, porque allí reside el mensaje de las cartas. Una nueva perspectiva, un llamada hacia algo que no estábamos teniendo en cuenta, una visión más amplia.
Apoyaba sus pies sobre una luna en cuarto creciente, su mano derecha sostenía el cetro terminado en un círculo expresión de su poder ilimitado y su rango, en el dedo índice de su mano izquierda se posaba el aguila protectora de los procesos alquimicos.
La mujer revelaba el estado de fecundidad incipiente, adornaba su cuello un aro con siete piedras preciosas y coronaban su cabeza doce estrellas.
En su frente se erguía la serpiente de la sabiduría. Atravesaba los jardines un gran río de agua primitiva que operaba la transmutación de los campos y los animales.
(Tarot Egipcio)
Es una mujer madura pero aun hermosa, está sentada entre las columnas del Templo de Salomón (Fuerza y Justicia) los principios activo y pasivo de
luna, que simbolizan a la doncella, la madre y la anciana. Su coronación es Divina.
En su mano sostiene el pergamino de
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